martes, 29 de junio de 2010

LA IMPLOSIÓN

(Cualquier parecido con la realidad, CERO es mera coincidencia).

Renata y Lucía, dos amigas entrañables, durante el desarrollo de esta historia nótense este par de detallitos;

Renata; “Pudiente”, es decir buenísima posición económica, caterita llena, maxi bolsa de diseñador, gafita cartier y unas de salón.
Lucía; Chica guapa, clase media trepadora, desempleada, integrante de un famoso recorte de personal en reconocida compañía automotriz… Bolsa pirata, gafa made in china y uña cortita.

A Renata se le ocurrió invitar a Lucía a Can-Cun, todos los gastos pagaditos, y pues gratis ya sabemos que hasta las puñaladas y no es que Renata fuera “chavita bien” sino que su jefe tenía una bodeguita de abarrotes en la central de abasto.

Una semana completa, hotel 5 estrellas, temporada baja pa los mexicans, temporada alta pa los güeros (y no tan güeros ya verán por qué), sol y clima perfecto, no les llovió un sólo día.

La pasaron de poca madre, descansaron, platicaron, y se relajaron, el problema de todo esto, fue que en el mes de febrero los turistas de Can-Cun suelen ser viejitos caucásicos- anglosajones, jubilados y familias del primer mundo que buscan un poco de sol o huyen de sus fríos y aburridos terruños.

Con lo anterior (me refiero a que no había manera de pescar ni un camarón de río), eran siete días con sus noches y no pasaba nada, dos de esos días se fueron a Playa del Carmen , visitaron a los delfines (quienes por cierto son los únicos animales de la fauna que al igual que nosotros tienen sexo por placer, qué sabios digo yo).

A su regreso de Playa del Carmen, a tan sólo una noche y un día de regresar al D.F. (y convivir con los peseros, los polis, las pinches grúas, el caso Cabañas, el Bar Bar clausurado y demás demonios), Renata decidió ir a caminar por la playa, mientras que Lucía prefirió echarse a leer en el camastro y disfrutar de su último día.

Ya eran cerca de las cinco, el sol comenzaba a ponerse, Lucía se clavó grueso leyendo su novelita cursi de Sydney Sheldon, de pronto una enorme silueta le tapó el poco sol que le daba de frente, medio deslumbrada bajó el libro pero no pudo enfocar de inmediato al ser que sin pena le preguntó “Can I take a picture of you”, es decir en buen y cursi español significaría “ ¿Me das chance de inmortalizar tu belleza en papel fotográfico?”, Lucía medio sacada de onda, como que de principio no supo si el güey le hablaba a ella, si era un camarero, si vendía cocos, si le iba a mover la panza o qué pedo, el caso es que ya que enfocando, vio a un negro (sin ser peyorativa, advierto), es decir un hombrezote de raza negra, gringo con look de Harlem, y sin duda enorme, su espalda eran tres espaldas de Lucía, sus brazos eran casi una de sus piernas y sus manos parecían guantes de béisbol… (bueno medio exageré pero quiero que se imaginen algo grande!) Cabello rapado, barba de candado y ojos verdes (parecidón a aquél guapo de los Milli Vanilly que a la mera hora se suicidó por motivos del play back…). El caso es que la pregunta del negrito la sacó de onda, volteó hacia los lados como para ver si era a ella o era una broma de los nacos de “Cámara escondida” con eso de que el gordo Oscar Cadena vive por allá… se imaginó todo menos lo que realmente era.

Total que no vio a nadie, ni a su pudiente amiga Renata, sin duda a quien el negrito quería fotografiar era a ella, y le respondió “yeah sure, why not” o sea, “Sale mi negro no hay pex…”. El wey le tomó un par de fotos para romper el hielo y sentarse en el camastro de al lado para charlar con ella. Lucía tenía ojos de plato cuando le vio bien los mega músculos que se le saltaban sin pena, abdomen cuadriculado y hombros de luchador…para qué negarlo, a Lucía se le hizo agua la boca pues no dudó en ver con el filito del ojo derecho el paquete del incauto, que obvio es el decir… comiencen a hacerse a la idea de que eso no es un mito.

Platicaron algunos minutos hasta que llegó Renata quien sólo saludó y supo que tenía que pasar a retirarse pues parecía que su amiga estaba ligando algo tan sabroso como un buen mousse de chocolate.

El negrazo le contó que habían llegado el día anterior (“Puta y yo en Playa del Carmen viendo delfines!”, pensó), “And what are ya gonna do tonight”, o sea, “qué pex en la nochecita mi reina”, “Well just dinner and pack, we are leaving tomorrow morning”, léase; “jodernos nuestra última noche cenando del room service y cagándonos por tener que regresar a la contaminada ciudad sin habernos podido echar ni un palito CA!…”

El negrito le pidió su número de cuarto y le dijo que le llamaría más tarde. Así pues ambos le llegaron a sus respectivas habitaciones.

Renata y Lucía decidieron irse a un antrillo, (de esos que más bien están diseñados para los pinche gabachos aunque no sea spring break, el ambientito nefasto es el mismo, yo creo que las gringas traen un gene que las incita a mojarse o quitarse las playeras), total aunque era domingo habría algo que hacer, y ya, a eso de la media noche con sus yardas en la mano, Lucía sintió un “decente arrimón…de tiburón” pues era ni mas ni menos que Gail, el negraxo, coincidencia o no el wey llegó con sus negros hermanos al mismo antro que ellas. Renata jamás fue en el mood de ligar, pero Lucía sin duda no quería regresar en “blanco” a la ciudad, y claro que no lo haría, es más regresaría “ en negro”.

Renata decidió dejar el antro en cuanto terminó su chela, ya estaba cansada como abuela, pero Lucía se iba moviendo a unas 150 revoluciones por segundo… Los hermanos del negrito también le llegaron, había mucha gente racista en el antro y no ligaron nada, pero Lucía nunca tuvo pedos con las etnias.

Tremendos besos se dieron, el negro casi le comía la cara con su excelsa boquita, pero “ah qué sabroso” pensaba Lucía (de algo le sirvieron los kilos de mariscos que tragó durante la semana).

Las horas volaron y decidieron regresar al hotel, ya con el termostato a todo, sólo había un problema… Paso A: ¿En dónde coños?, Gail compartía el cuarto con su equipo familiar de básquet a lo Globe Trotter, y Lucía con Renata, quien por cierto gracias a Dios dormía como piedra… Después de un buen faje en el loby y junto a la alberca y cerca del restaurante y en las escaleras y en el elevador y en los camastros tipo cama de la playa… Lucía no tuvo otro remedio que tirárselo en su cama, es decir al lado de la cama de Renata…! “Just don´t make any noise” es decir, “ni te atrevas a emitir sonidos sexuales güey”, ¡Y qué cabrón! Quién podría aguantar la respiración con semejante hombre, ella sin duda era menos de la mitad de él, pero ambos cumplieron su promesa…

Paso B: El condón, mismo que Lucía se preguntaba a sí misma si existían condones XXL, porque las dimensiones de Gail eran a proporción, (o sea queridas y queridos ¡No es un mito y cómo chingados no, el tamaño sí importa!).

Cuando Lucía le tocó el trasero sintió que agarraba dos bolas de boliche, era perfecto, redondo y duro, y qué decir de lo demás que también estaba muuuy duro… de inicio Lucía sintió un poco de miedo, pues no sabía a ciencia cierta si eso le cabría pues estaba ya entrando en su segunda virginidad, por tantos meses de no darle, vaya había sido un invierno muerto… era ya como aquello que llamo yo, “una virgen reciclada”.

Para no extenderme más, les diré que el acto culminó como debía, el grave problema fue la implosión que tuvo Lucía en cuanto llegó al orgasmo (que no le tardó nadita en llegar) ante tales dimensiones, y tal acto sexual, fue extremadamente difícil guardar silencio para ambos, pero cumplieron su promesa…

Gail partió, no antes, sin despedirse con un mega beso y brindarle su dirección de e mail, Lucía durmió como piedra, además no había empacado sus cosas pues prefirió que le empacaran algo más…
Al otro día Renata la despertó, “Orale huevas, empaca tus cosas que ya nos tenemos que ir, oye por cierto escuché la voz de un hombre anoche o lo soñé”…” “Güey no mames, lo soñaste, hasta crees que iba a meter a un cabrón y tirármelo en la cama de junto, qué no me conoces o qué (Pos esta)”.
  

   La historia concluye con un último encuentro inesperado y casual en el loby del hotel, un adiosito y partamos al aeropuerto. Renata seguramente sigue con la idea de que Lucía regresó en blanco, y Lucía recordó a Gail durante varios días cuando el sentarse, digamos, le causaba un poco de molestia…

¡Dedicada esta semana, a los que no somos racistas!

Fact SEX&DF: “Once you try black, you never go back”

Fredhel@Twitter 

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