martes, 29 de junio de 2010

¡TODOS AL SCARLET!

staba por terminar mi primer y último contrato con la Royal Caribbean, en uno de sus barcos, era el segundo crucero en donde me tocó chambear, el Enchantment of the Seas (¿¿Encanto de los mares??, qué va ni tan encantador).

Trabajé como Youth Staff, que es entretenedora del club de niños (Adventure ocean), la neta, la chamba más tranqui de todo el lugar, pues trabajar con chavitos es sumamente divertido y entretenido, y si encima te pagan cash en dólares y conoces el mundo… bueno.

El punto aquí, es que por extrañas razones, siempre tengo más amigos que amigas (la verdad, las féminas somos harto complicosas…) mis carnales en el barco eran chavos. El Enchantment paraba siempre en Miami, para bajar y subir, y de ahí zarpábamos.
Cierta semana, el barco fue rentado a una mega compañía tecnológica y por ello trasnochamos por única vez en el puerto. Acordamos lo que haríamos esa noche, con mucha antelación, pero los planes cambiarían súbitamente y vaya sorpresas que te da la vida.

Salimos entonces a cenar, éramos 5 en total, 4 cabrones y yo, 2 mexicanos (y yo), un tunesino, y un rumano, mis cuatro amigos decidieron que cenáramos en el Hooters (mmmm, creo que tenían ganas de ver mujeres ajenas al buque…) y no perdieron tiempo para tomarse fotos con todas las meseras del lugar. Bueno accedí, a cenar en ese lugar, qué otra me quedaba…me comí una docena de los ostiones más grandes que haya visto en mi vida (bueno los australianos parece que vienen ya en un plato y con guarnición… son enoorrrmes).

Cenamos de poca madre y tomamos varias chelas, cuando regresé del baño, vi a mis cuatro amigos actuando de manera sospechosa y como secretéandose…
“MMM, quién sabe qué se traigan”, pero pidieron la cuenta en chinga, yo de inmediato les pregunté por qué, si aún la noche era larga… y he ahí la respuesta:

Se voltearon a ver entre sí, y le hicieron ojitos a Victor “dile tú” … ¡Qué pex cabrones, hablen!

“Choo choo (sin reirse por favor… ese era mi nombre en el club de niños, disculpen, pues; I was a train of fun…), “La neta es que morimos de ganas de ir a un table, pero no queremos que te regreses sola al barco o que no hagas nada esta noche libre…”.

“Ok, por qué se agobian tanto, si yo puedo ir con ustedes y seguimos la fiesta, total, nunca he ido a un table dance, y creo que será divertido”, de inmediato vi la cara de alivio de los 4, y así, en la camioneta que habíamos rentado con chofer, nos lanzamos al Scarlet.

La luz neón rosa y morada parpadeando nos indicó que habíamos llegado, lo mejor de todo, fue cuando el monito de la puerta me pidió mi ID… ¡wow! mejor piropo no pude haber recibido. Entrando un cover de 25 dólares, a un pasito más, la pista…

Vaya espectáculo, me quedé de a seis, cuando vi a dos verdaderas atletas, completamente desnudas, subiendo y bajando de un tubo cromado de casi 3 metros de altura de techo a pista… los cinco nos apendejamos bien cabrón en lo que nos daban la mesa, la mesera casi nos agarra a zapes “hey over here”, o sea, muévanse hijos de su madre, ahorita las ven con calma.

Nos dieron un lugar en la mera orilla de la pista, yo la neta lo que quería era tomarme unos buenos tragos, creo que ya estaba un poco saturada de mocosos, y eso era sin duda un espectáculo muuuuy distinto a cualquier cosa que haya visto ¡en toda mi chaparra vida.

Victor y Mauricio, como buenos mexicanos, habían cambiado toda su lana a billetes de un dólar, Sofiene, el tunesino era musulmán y estos antros están prohibidos en su país; así es que tanto para él, como para mi, era nuestra primera vez.
Ante esto el pendejo, de entrada, le puso 20 dólares en el liguero a la mona… HELLO! 20 dólares en un abrir y cerrar de piernas… vaya manera de tirar el dinero… ¡live and learn!

El rumano, sacó todo su varo para pagarse 3 privados, Vic se pagó dos y Mauricio uno, al cual le pedí permiso de entrar, neta quería ver qué chingaos pasaba ahí adentro…

Mauricio tímido le preguntó a “Sonia”… ¿Can my friend come in? (puede entrar mi amiguita voyerista y metiche) “Sure darling” (a huevo mocosete).

Entre luces ténues de color azul, y un laberinto de espejos, esa entrada se me hizo eterna, primero por los vodkas que ya me había metido, y segundo por las escenas en vivo que iba presenciando en cada cabina, en una había un negro inmenso con una rubia casi albina de bubis mega grandes (claro de silicona…) en otra dos asiáticas con un pinche rubio mamadísimo.
El turno de Mauricio (y mío…) llegó:
Había un sillón negro de terciopelo y una mini tele en la esquina con pelis porno, pero sin sonido… sólo es escuchaba el resonar la música de la pista, la cual era bastante buena por cierto, puro house sensualón.

Así Mau se sentó, y Sonia comenzó a quitarse el vestido negro largo… (seguro un sastre especial se los hacía porque se lo quitó en chinga, tipo los pantalones de los strippers que se unen con velcro, en otra ocasión analizaremos los antros de streepers para mujeres…)

El baile costaba 25 dólares, y si no mal conté, entre el shock, la peda y la sorpresa, éste duraba aproximadamente de 3 a 5 min… no mamen! ( y una en chinga 10 horas al día frente a una compu!) Bué… El caso es que Sonia se quedó en tanguita y se le sentó de frente al Mau, no es por nada pero tenía un cuerpazo, (no porque lo mío no sean las viejas, no quiere decir que no reconozca cuando alguien está bien), la neta la tal Sonia podría ser actriz de cine, les juro, Salma Hayeck, era una chacala a su lado!

Yo medio tímida, seguía de pie en el marco de la entrada, y ella me dijo, “Come, have a seat” (o sea siéntese mi reina, no se nos vaya a cansar…) Me senté junto a Mauricio, como que no queriendo ver a la mona, (creo que la única experiencia con chicas sin ropa, tan de cerca, era en el vestidor de mi equipo de natación en la primaria).

De la nada, Sonia me agarró una bubi… HELLO!, “Hey wait, dont touch me…” (o sea, tranquila mi striper, no venía a eso”… “Oh sorry, I tought you were togheter, arent you a couple…” ( pensé que venían juntis culeros, qué no son novios…) “Ohh no no, we are friends… I guess I better go… (No carnala somos brothers, mejor le llego que me estoy poniendo nerviosita…) en eso el Mau me dijo, “no Choo choo, quédate, me estoy prendiendo bien cabrón con las dos aquí…” PEEERRRDÓN… “A ver mi Mau, esa no era la idea…” (lo que hace el alcohol y el encierro en un barco por 6 meses, ya no distingues quién es tu cuate, tu cuata, tu vieja, tu wey).

Entre que sí y que no, el tiempo pasaba y Mau tuvo que pagar 75 dólares… cuando iba como en 50 morlacos, yo mejor me salí y fui por otro chupe a la barra.

Ahi un gringo se me arrimó muy cabrón… y con vista de rayos X, y mirada fija a
mi escote me hizo la plática… ¿por qué veniste, vienes seguido; te gustan las viejas?… Pufff, muchas preguntas para tan pocas respuestas, y a mi espalda, otra dos rubias subían y bajaban como si fueran de mantequilla y sus cuerpos se deslizaban por los tubos, mis respetos señoras;

-Primero por usar esos tacones de plataforma y aguja y no azotar en el primer escalón…

-Segundo, por depilarse de esa forma, me imagino que “la brasileña” te deja irritada por varias semanas… OUCH!

-Tercera, por bailar desnudas tan frescas, como si estuvieran en el súper con su carrito del mandado… se ha de requerir de muchos huevos para que te valga madre exhibirte de esa manera y que te toquetee cualquier cabrón… pero bueno cada quién su profesión, (por eso soy periodista…).

Ah, y siguiendo con el gringo, concreté mis respuestas, a; I dont speak INGLICH!
y ya con eso me le safé, regresé a la mesa, en donde estaban el tunesino (ya sin varo, por pendejo) y el rumano (quien invirtió bien sus propinas del barco).
El Mau y Victor estaban por regresar de los privados hasta que agotaron su lana… Eran casi las 3 am… debíamos regresar o el barco se nos convertiría en trajinera.

Lo más cabrón al salir, fue ver un buen de autos estacionados, las mejores naves que haya visto en toda mi vida juntas en un parking lot… ¿y saben a quiénes les pertenecían semejantes bólidos?, pues nada menos que a las chicas teiboleras! vaya varo! (insisto, y yo con mi Honda 98…)

El chofer de la camioneta, nos preguntó, cómo nos había ido… si ustedes pudieran haber visto las jetas de mis amigos, se reirían 8 horas… entre pedos, calientes, gastados, cansados, y seguro con dolor de (nuevamente fill in the blanc), no tenían madre.

Llegando a barco, cada quién se fue a su cabina. Mi roomate, una filipina mega católica de poca madre, me preguntó, ¿a dónde fueron? “MMM, Dinner Angie, and discoteque… good night”.

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